Tiempo, opciones y un homenaje

En medio de los granizos y la onda polar, me di la tarea de leer uno de los artículos de la Revista YA que me comentó mi amiga Natalia. Ella me había enviado por messenger siguiente frase destacada:
“No tengo esa necesidad del tiempo propio, mío; no es algo que me esté cuestionando. Mi tiempo lo gozo con mi marido, no sé qué otro espacio puedo querer para mí misma."
Tiempo. O, mejor dicho, la falta de él, es algo de lo cual nos quejamos a diario los santiaguinos. Tiempo para descansar, estar con los hijos, tener un hobby, compartir con los amigos y el marido o pololo, para salir de paseo el fin de semana, para hacer deporte. Para la entrevistada y madre de 11 hijos (el artículo se titulaba “Mamá de Profesión”), la falta de tiempo no es tema. No es algo que se cuestione a diario, entre las miles de tareas que debe realizar.
“Linda la opción”; me dice la Nata. “Pero la tipa está anulada”. Anulada desde nuestro punto de vista, pero igual me hace preguntarme...¿será esa la mejor opción? ¿No cuestionarse las cosas?
En un mundo que gira demasiado rápido, vivir para ser madres es cuestionado y muchas veces repudiado. Hay hombres que no pueden entenderlo. ¿Cómo una mujer se posterga de ese modo? Aunque es mi punto de vista que la gran gracia del feminismo, más allá del derecho a voto de la mujer y la búsqueda de la igualdad, es que una puede optar. Optar a ser profesional. Optar por tener hijos y dedicarse a ellos. Optar por vivir la soltería.
Es cierto, es linda la opción, pero yo veo a mis amigas colapsadas con solo dos hijos y me baja el ataque de pánico. El viernes, en teoría, deberíamos juntarnos en mi casa las cuatro. Lugar neutral. Departamento de soltera, sin hijos ni marido que estén pidiendo algo. Sin embargo, para que dicho encuentro se realice, hay que realizar toda una operación comando con las nanas y los susodichos esposos, suegras o mamás, que deberán quedarse con los niños. Y no puedo evitar sentir algo de rabia. Porque, en el fondo, la opción acá es ser mamá y esposa, pero no quedar anulada. Pero detrás de eso, para poder lograrlo, hay toda una batalla.
No hay un solo email de la Carola que no hable de su nana, personaje que en cierto modo he llegado a detestar. Su vida depende en gran medida de ella, de que se quede hasta más tarde, de que haga las cosas a tiempo y de que no le den licencia. Para mi cumpleaños, la Poly sólo habló del pediatra, algo lógico porque acababa de tener guagua, pero había cero sintonía con ella. De hecho, ese día la Fanny me comentó que estaba sorprendida porque no tenían otro tema de qué hablar. Lo peor es que siento que, aunque somos tan amigas –nos conocemos desde hace años y hemos compartido mil cosas-, me cuesta decirles esto porque es su vida. Y es una vida que yo no conozco.
Lo peor de todo es que muchas veces siento que todas mis responsabilidades, pagar cuentas, hacer aseo, planchar y trabajar hasta muy tarde, se ven reducidas a nada si no tengo hijos. Me da lata que ellas piensen eso. Que, en el fondo, yo pueda reprogramar fácilmente mis horarios porque soy soltera y no soy mamá. En cierto modo, tuve que cancelar lo que tenía pensado hacer este viernes para que pudiéramos juntarnos (ellas ya habían votado por ese día). Yo quería estar con Chris. Es viernes y en la semana no siempre puedo estar con él. Pero si no lo hacía, la próxima junta iba a ser para entregar el regalo del amigo secreto en Navidad.
No sé qué va a ser de mi vida en algunos años. Tal vez, lo más probable, es que esté lidiando con los mismos asuntos que ellas. Tal vez opte por quedarme en casa, opción que encuentro absolutamente válida, aunque no pretendo tener 11 hijos. También trato de ser comprensiva y de entenderlas. No les digo nada y muchas veces me como las palabras.
Admiro por eso a la Nata. Ella no ha perdido su esencia. Tiene dos niñas maravillosas, marido, casa y, además, su trabajo. Y no la escucho quejarse. Siempre está al tanto de lo que pasa en la actualidad. Con ella puedo comentar el final de Lost o Desperate Housewives. Contarle cómo pasé mi fin de semana. Instalar juntas el Google Talk. Hablar de mil cosas, además de sus hijas, que siempre están presentes. También podría decir que ella es mamá de profesión, y daría su vida por la Feña y la Dani, pero es también mujer, persona, amiga, periodista. ¿Cómo lo hace? Me lo he preguntado muchas veces. Por eso termino este post hablando de ella y de lo mucho que la admiro. Porque si hay alguien que merece un reportaje en la YA, es ella.

Comments

Andres Palma said…
Je. Tu pregunta era muy Carrie Bradshaw (tipo "si el mundo nos exige tiempo y el tiempo es un compromiso, ¿estamos o no estamos para el mundo?"). Pero es verdad, a veces uno se aterroriza ante la perspectiva de que los hijos copen la vida de uno. Pero también es cierto que cuando eso sucede uno ya está en otra y dispuesto a que eso pase, aunque algunas veces agote. Así que hay que dejar que las cosas fluyan no más...
Ceci said…
Completar una carrera, tener pareja, hijos, una familia, auto, casa… y perro, quizás. ¿A qué aspiramos realmente las mujeres hoy? Está claro que las metas que antes compartían las mujeres de 40, hoy parecen adelantarse una década, con todos los costos y dificultades de definir el sentido de la propia vida.
Es raro para las solteras no “latearnos” con las conversaciones en torno al nuevo modelo de pañal súper absorbente que salió al mercado y miles de otros temas que, afortunadamente (de momento), nos son ajenos.
La paradoja entre lo que la sociedad espera de nosotras y nuestra fidelidad hacia nuestros propios anhelos, puede terminar en colisión o en una profunda realización personal. Ninguna de estas opciones es gratuita, marcan la diferencia entre la frustración y la felicidad al evaluar la propia vida.
RCB said…
Interesante tus comentarios. Como ya sabes la gente acá optó por no tener hijos, más de la mitad de las academicas no tienen, y eso provocó, entre otras cosas el colapso del sistema social. Sin embargo, nuestras peleas con Susanne son siempre por ganar más espacio privado. Seremos muy egoistas? aunque ya tengo claro que no somos una pareja tradicional. Aunque la Cordula (Abogada como Miranda) nuestra vecino del piso de abajo es igual que nosotros (edad, gustos, etc). Quizás por eso nos entendemos tan bien y casi le pegamos a los desubicados que se les ocurre hablarnos de sus problemas de crianza, mientras paseamos al lado del Main con nuestros "monstruos", siendo que hay tanta cosa que comentar. Creo que hay que saber poner límites y ese es el desafio para ambos miembros de la pareja. Y ojo que no creo que la Valentina lo pase mal .... y Susanne de ninguna manera, o eso es lo que creo yo :-)

Popular Posts