Bienvenido otoño

Hoy comienza el otoño. Las noches son más largas, el aire se enfría y los colores se tornan anaranjados. Me gusta esta época, aunque a nadie le guste excepto a mi. Siento que las cosas se renuevan, que queda poco para sacar las bufandas y quedarse el domingo en la tarde viendo una buena pelicula, acurrucado y con una rica taza de chocolate en las manos.
El sábado fuimos a Mallarauco, al cumpleaños de una tía de Chris. The Simple Life. Lejos de Santiago, una hora por lo menos, me sentí como protagonizando La Granja. Tan santiaguina a veces, aunque me crea bucólica y añore vivir en el campo. Pintando platos y escribiendo en la cabañita de nuestros sueños.
Todo había sido preparado por ellos. Jugos naturales, queso de vaca prensado, pan amasado y otros de distintos sabores. Pan de aceitunas y de linaza. Había fuentes repletas de fruta. Uvas, pomelos y naranjas. La prima de Chris -y "patrona" del fundo-, hace el queso y el pan. Y doma a los caballos que luego irán al rodeo. Me despedí de ellos con un ramo de girasoles maravilloso en las manos, que llegué a poner sobre el baúl del living.
Regresé a Santiago a dormir, cansada de puro comer y ver a los caballos corriendo. Arrebatada seguramente por el aire puro. Allá en el campo todavía era verano.

Comments

Lindo el campo, pero para un weekend. Me gusta cuando vengo de vuelta y veo las luces de la city.
Demasiado urbano, lo sé.
natatoro said…
¡¡Viva el otoño!! No sabes lo feliz que soy cuando se acaba esa vorágine de trajes de baño, broceadores y quitasol. Los colores del otoño y esa extraña sensación de recogimiento que producen en mi son lo mejor.
Karen said…
La verdad, sueño con irme a vivir a Valdivia o a las afueras de Santiago. Pero me pregunto si sería capaz de soportarlo. Pensando en los tacos de la mañana, los bocinazos, el metro...creo que si. Veremos. A ver si le gano al corazón de santiaguina.
Ceci said…
Si supiera que hay “pega” en Valdivia, feliz me iría a vivir allá, vecina!!!
Después de estar en Vancouver por casi tres años, me he dado cuenta que el smog, los tacos, los bocinazos, los apretujones en el metro y otras delicias citadinas son absolutamente prescindibles.
yo said…
Hola Karen,

Binita tu historia y me imaginé los girasoles encima de un baúl de madera... yo dejé los montes (del arrayán) y me vine al mar... sólo porque quería un lugar dond emiarar azul, un espacio donde poder salir a caminar y tomar café como en París mirando la gente, relajada, caminar... (0 sea estar en la Av Perú)... claro, había que buscar pega... no es fácil, pero se puede... y de todas maneras, Viña es ciudad... igual
cariños
katina
Karen said…
Katinita: no sabes cómo te envidio!! Me encanta Viña como lugar para vivir . Que bueno tenerte por estos lados. Y mucha suerte con la pega.
Alma: por acá ya estamos comenzando el otoño...por fin! Pero en cualquier época podemos disfrutar de un rico helado. Un abrazo!!
Y gracias a las dos por visitarme :D
K.

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