Limonada en la terraza
Cuando estaba empezando a tramitar el crédito hipotecario, comencé a comprar cosas para el departamento. Partamos de la base de que no tenía nada. Sólo mi dormitorio. Mi primera compra fue un batidor de huevos que, como mango, tenía a un huevo con una cara que me pareció demasiado simpática. Lo compré sólo por eso, no porque fuera una fanática de los huevos revueltos ni nada por el estilo. Llegué a mi casa y lo guardé, sin decirle nada a nadie.
En esa época, no estaba precisamente en buenos términos con mi mamá. En gran parte, fue por eso que decidí irme a vivir sola. Buscaba departamentos a escondidas, sabiendo que ella algo intuía. Sentía que no podía hacerla partícipe de algo que no aprobaba. Finalmente, terminó siendo mi mejor aliada, regalándome platos, vasos, toallas, utensilios de cocina, ollas...ahora se muestra orgullosa de que yo tenga algo propio. Que sea una mujer independiente, que no tiene que pedirle nada a nadie.
Cuando pensaba en mi departamento, una de las cosas que más me hacía ilusión era la terraza. Da a una casa antigua y desde ella se puede ver la calle, siempre tranquila y con poco ruido, llena de plátanos orientales y un edificio de tres pisos de estilo francés en el que me gustaría vivir. Me imaginaba sentada en las tardes de verano, leyendo un libro y tomando un vaso de limonada. De hecho, una de las primeras compras que hice, junto con el huevo-batidor, fueron unos vasos grandes con unos limones que vi en la revista Vivienda y Decoración. Hasta ahora, no los he usado.
La primavera ya se instaló en Santiago, aunque algo inestable con lluvias y todavía bastante frío. Pero su esencia ya está aquí, y con ella llegará pronto el verano y sus recuerdos de frutillas con crema, espárragos y el olor del pasto recién cortado. Y en el futuro, también recuerdos de limonada. Grandes y helados vasos de limonada en la terraza.
En esa época, no estaba precisamente en buenos términos con mi mamá. En gran parte, fue por eso que decidí irme a vivir sola. Buscaba departamentos a escondidas, sabiendo que ella algo intuía. Sentía que no podía hacerla partícipe de algo que no aprobaba. Finalmente, terminó siendo mi mejor aliada, regalándome platos, vasos, toallas, utensilios de cocina, ollas...ahora se muestra orgullosa de que yo tenga algo propio. Que sea una mujer independiente, que no tiene que pedirle nada a nadie.
Cuando pensaba en mi departamento, una de las cosas que más me hacía ilusión era la terraza. Da a una casa antigua y desde ella se puede ver la calle, siempre tranquila y con poco ruido, llena de plátanos orientales y un edificio de tres pisos de estilo francés en el que me gustaría vivir. Me imaginaba sentada en las tardes de verano, leyendo un libro y tomando un vaso de limonada. De hecho, una de las primeras compras que hice, junto con el huevo-batidor, fueron unos vasos grandes con unos limones que vi en la revista Vivienda y Decoración. Hasta ahora, no los he usado.
La primavera ya se instaló en Santiago, aunque algo inestable con lluvias y todavía bastante frío. Pero su esencia ya está aquí, y con ella llegará pronto el verano y sus recuerdos de frutillas con crema, espárragos y el olor del pasto recién cortado. Y en el futuro, también recuerdos de limonada. Grandes y helados vasos de limonada en la terraza.
Comments
debe ser doloroso para los viejos
pero al final entienden
que es la evolución natural de las cosas
y yo , en vez de terraza , soñaba con mi patio trasero
y ahí está
con pasto , árboles , fuentecita de agua
y buenos libros ...
felicitaciones!
Nata
en fin..
melancolía
carinos
Paz.